24.4.06

¿Vendiendo el alma al Diablo?

Nuestro compañero Marcos escribio hoy un comentario en el hilo sobre "Campeonatos Digitales" sobre un tema, que aun no siendo específico de la fotosub, sí me parece interesante para cualquier fotógrafo. Cito textualmente:

"Tengo una duda en cuando a los campeonatos en general y a los concursos fotográficos en particular. Y quizá sea un nuevo hilo de conversación dentro de este blog ya que me refiero a las condiciones de muchos concursos tales como:El conjunto de obras presentadas, así como sus negativos o soportes digitales, pertenecientes a las personas premiadas, pasan a serpropiedad del organizador del concurso, que se reserva todos los derechos sobre ellas,incluidos los de reproducción y difusión."

Mi opinión sobre el particular es bastante clara: Un "organizador de concursos" que utiliza unas bases en estos terminos lo puede hacer por dos motivos:

- Desconocimiento. No se le ha pasado por la cabeza en ningún momento los más básicos derechos a la propiedad intelectual de un creador (en este caso un fotógrafo). Desconoce en lo que se está metiendo y solo a copiado las bases de otro concurso sin escrúpulos, sin ser consciente de ello. Nota: en su día, pensaba que este era el caso más frecuente; en la actualidad ya no lo pienso.

- Va a la caza de pardillos. Este sí que sabe lo que hace: Su finalidad es hacerse con un archivo de bellas imágenes (y por tanto con un valor comercial) a un costo ínfimo y para ello convoca un concurso en el que pretende que las fotografías presentadas pasen a ser suyas a cambio de la posibilidad de obtener un premio (¡Justo como en el Bingo, pero con fotos!), Vamos, que le pone una zanahoria al final del palo al burro, gracias a lo cual lo lleva a realizar grandes trabajos a cambio de una posible (ni siquiera segura) recompensa pírrica.

Desde mi punto de vista, el problema no está en que haya un espabilado que organice un concurso con unas bases "abusivas"; Probablemente está en su derecho de hacerlo. Lo verdaderamente triste es que haya fotógrafos con tan poco aprecio por sus obras como para participar en él ¿Qué es lo que buscan? ¿La gloria y unos cuantos Euros? En un concurso así no va a participar ni un solo fotógrafo mínimamente serio, así que poco reconocimiento va a ganar. En cuanto a los Euros, puede que sí, y puede que no... y en este último caso estarás vendiendo tu alma al diablo gratis. Muy triste.

9.4.06

El Revelado Digital

Básicamente, el fotógrafo submarino es un “cazador” de imágenes. Los protagonistas de nuestras fotografías son, en la inmensa mayoría de las ocasiones, seres vivos salvajes, sobre todo aquellos que tienen ojos y nadan. Como buenos cazadores, nos satisface más cobrar presas difíciles y yo creo que la principal motivación que tenemos para viajar a lugares remotos (y caros), es la de capturar a nuevos y exóticos animales que no existen en nuestros lugares de inmersión habitual.

Siendo esto así, no nos debe sorprender que el fotosub promedio se centre en el acto de la captura, dejando un poco de lado qué hacer con la pieza capturada. Me refiero a que solemos prestar mucha más atención a nuestras armas (cámara, lentes, flashes y demás parafernalia tecnológica) y a nuestra técnica de caza (cómo llegar a la presa y como retratarla) que a las artes culinarias que pueden hacer de una buena captura un plato delicado y perfecto, capaz de admirar a los que lo prueban.

El Revelado Digital, entendiendo como tal el proceso que permitirá sacar el máximo partido estético posible al archivo de imagen creado por nuestra cámara, viene a ser como la cocina del fotógrafo y, por lo que he podido ver por ahí, son legión lo fotosubs que no quieren ni oír hablar de meterse entre cacerolas y sartenes para guisar las imágenes capturadas. Solo esto puede explicar el desmesurado culto al JPG (“jotaperro” para el amigo José Ángel fRAS) y la importancia que se le concede a los “ajustes” de cámara: curvas, saturación, enfoque, balances y demás vocablos que aparecen en las pesadillas de los que acaban de cambiar la película por el sensor y cuya finalidad no es otra que forzar a nuestra cámara a que cocine en su interior lo que su dueño no quiere cocinar en el ordenador.

No se me entienda mal: no estoy criticando a los fotosubs que solo están interesado en bucear, disparar su cámara y compartir las mejores imágenes conseguidas con sus amigos, sin más complicaciones ni pérdidas de tiempo. Buscan rapidez y sencillez, así que lo lógico es que deseen dejar todo lo posible del proceso fotográfico en manos de su cámara (que para algo les ha costado un pastón). Además, no me cabe duda de que los fotógrafos submarinos incluidos en este perfil son la abrumadora mayoría.

Lo que sí me pregunto es si también son mayoría los fotógrafos que son conscientes de que, fotografiando de este modo, no obtienen la mejor calidad posible en sus imágenes y que conseguirlo solo es posible a través de un proceso, posterior a la toma, en el que se procesan las imágenes “en bruto” obtenidas por la cámara. En mi experiencia, solo una minoría es consciente de ello, especialmente si hablamos de los que se inician en la actividad y de los antiguos usuarios de diapositivas, ya que estos últimos están habituados a trabajar con un material que carece de las posibilidades de modificación que sí posee la imagen digital.

Para estos fotógrafos en transición, incluidos los más experimentados y capaces, la verdadera dificultad del salto a digital no reside en las cámaras, ni el la nueva forma de fotografiar: está en la aparición de un concepto totalmente nuevo para ellos como es el revelado digital.

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